Voto electrónico: ¿hacia una democracia directa?

La expresión «voto electrónico» pueden hacer referencia al recuento electrónico de votos recogidos no necesariamente en formato electrónico (por ejemplo, con tarjetas perforadas) o al propio acto de votar electrónicamente.

En el primer caso, se llevan utilizando tecnologías de voto electrónico desde el año 1960, desde los inicios del uso de las tarjetas perforadas, pero el voto que nos puede acercar a la democracia directa, desde mi punto de vista, es el que se realiza electrónicamente, en concreto el voto electrónico remoto.

Dos tecnologías clave han tenido que llegar a su madurez para llegar a pensar en el voto electrónico como una alternativa al voto presencial: Internet y la criptografía de clave pública. La primera porque permite el acceso de millones de personas a servidores ubicados en cualquier parte del mundo y la segunda porque permite aplicar la medidas técnicas de seguridad para garantizar la integridad de los votos y, en los casos que sea necesario, la privacidad y el no repudio.

La explosión de los smartphones y de las tablets no hacen más que convertir en más atractiva la alternativa del voto electrónico remoto. También empiezan a desplegar televisores con conexión a Internet, luego en un mundo donde el procentaje de personas con acceso a Internet es muy significativo sobre el global y cada vez más alto, ¿a qué esperamos para empezar a votar electrónicamente desde nuestros hogares, hoteles o allá donde estemos? Desde luego a que los “convocantes” (p.e. los gobiernos) pongan los medios.

Definamos el voto electrónico remoto como: la votación por medios electrónicos, bajo el control exclusivo del votante, que no está físicamente bajo la supervisión de representantes de las autoridade sgubernamentales. Por ejemplo, la votación a través de un ordenador personal, un teléfono móvil, televisión por Internet (i-voto), … y, para el presente escrito, nos centraremos en las elecciones a los gobiernos de los estados, autonomías, ayuntamientos, esto es, a las elecciones de cargos públicos, generalmente mediante sufragio universal.

Yes or No

Yes or No

¿A quién interesa el voto electrónico remoto?

Si partimos, como es el caso, de que el voto electrónico remoto puede ofrecer las mismas garantías que el voto presencial (que será secreto, personal e intransferible, que no podrá haber más de un voto por votante, cuando así lo estipulen las elecciones, …) el primer interesado es el votante: puede votar desde donde y como quiera, sin desplazamientos, sin colas y sin quitarse el pijama.
Además, al votante, como parte interesada en los resultados de la votación, también le interesa la rapidez del recuento (aunque esto no es exclusivo del voto electrónico REMOTO) y el hecho de que se minimicen los errores de recuento.

Esto recuento, por cierto, también es mucho más barato ya sea en euros o en horas de personas o en ambos.

Estos beneficios, insisto, asociados al voto electrónico en general, no sólo al voto electrónico remoto en particular, también deberían interesar a los gobiernos (partidos) por motivos obvios.

A los partidos se les llena la boca con la “participación”, lo importante que es la participación en las elecciones y lo cierto es que si queremos que los parlamentos representen la pluralidad del pueblo que los elige, la participación es muy impontarte … y una ley electoral adecuada, aún más.

Con las facilidades para votar que otorga el voto electrónico remoto es evidente que aumentaría la participación.

Retos del voto electrónico remoto

Es sesgado

Básicamente por dos razones: porque, a pesar de que cada vez es mayor el porcentaje de ciudadanos con acceso a Internet (variando entre el 13,5% en África y el 78,6 en Norteamérica con una media mundial del 32,7% y con un crecimiento del 528 % entre los años 2000 y 2011, según http://www.internetworldstats.com/stats.htm) no es UNIVERSAL, y porque el perfil de la gente que los utiliza de forma habitual o lo utilizaría para algo tan personal como votar no es una muestra representativa de todos los estratos de una sociedad, ni económicos ni culturales.

Por esto, el voto electrónico remoto en la actualidad no puede eliminar al voto presencial, sino complementarlo, de forma que los votantes que lo deseen puedan usar este medio y aprovecharse estado y votantes, aunque sea parcialmente, de sus beneficios.

Han de pasar varias generaciones para que el voto electrónico remoto sea la única manera de votar.

No obstante, en otro tipo de elecciones donde el electorado es más cerrado y controlado y donde la universalidad al acceso y uso frecuente de internet es la norma, el voto electrónico remoto se erige como una gran solución.

¿Es personal e intransferible?

A pesar de los esfuerzos en securizar el voto electrónico remoto es indudable si que uno vota presencialmente delante de unos representantes es muy poco probable que me suplante otra persona, nada probable que sea mi mujer quién me suplante y desde luego, las coacciones a las que puedo estar sometido, por lo menos no contemplan el daño físico inmediato a mi persona.
Esto, por la propia naturaleza de “remoto” del voto electrónico que estamos tratando, es mucho más difícil de garantizar. Y en este punto, sinceramente, no sé qué más se puede hacer y si estas carencias permitirán que algún día las elecciones al gobierno de un país puedan ser plenamente mediante voto electrónico remoto.

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